Había una vez una Hormiguita que vivía debajo de una piedrecita al borde de un camino. Normalmente, las hormiguitas viven todas en familia, pero esta Hormiguita había perdido a todos sus seres queridos en una inundación... sólo quedaba ella. La Hormiguita salía de debajo de su piedra a buscar comida, se acercaba a un manantial cercano para beber agua... pero estaba triste, muy triste. Echaba de menos a sus padres, a sus hermanitos y hermanitas... no se acostumbraba a la soledad... pasaba la mayor parte del tiempo debajo de su piedrecita llorando y durmiendo.
El camino al borde del cual se encontraba su piedrecita era muy solitario: casi nunca pasaba nadie.
Una tarde, mientras la Hormiguita intentaba comer un trocito de manzana, vio algo a través de sus lágrimas: un rayo de luz de color miel se filtraba por un agujero de la piedrecita que le servía de cobijo. Secándose los ojos, decidió investigar un poquito más. Asomó sus antenas por debajo de la piedrecita y luego sus ojos... y lo que vio fue espectacular: una puesta de sol muy diferente a las que había visto antes: los colores del cielo pasaban por todas las tonalidades del arco iris, y el Sol era una enorme bola naranja que no parecía descender hacia el horizonte. Extrañada, la Hormiguita se quedó mirando al Sol, que no la cegaba... y de pronto, se sintió invadida por una paz que hacía mucho que no sentía, una paz que había desaparecido cuando perdió a toda su familia...
Los rayos del Sol calentaban sus patitas y sus antenas y de repente, se rió. Hacía tanto que no se reía... y el sonido de su propia risa le hizo tanta gracia, que no podía parar... el Sol envolvió a la Hormiguita con unos rayos tibios, suaves como algodón, y mientras se reía, se dio cuenta de que empezaba a ascender hacia Él... confusa, miró hacia la tierra y divisó su propio cuerpo inerte que se iba alejando mientras ella ascendía. No podía explicar qué es lo que estaba pasando... de pronto, percibió una algarabía y voces familiares que le llamaban...
-¿Mamá? ¿Papá?- dijo la Hormiguita incrédula... Se dio cuenta de que, a medida que se acercaba a la gran bola naranja que era el Sol, las voces conocidas se hacían más perceptibles... y escudriñando hacia la luz naranja, pudo ver las siluetas tan añoradas de toda su familia...
Llorando y riendo tomó un impulso que la sumergió de pleno dentro del Sol, en las patitas de sus adorados padres, hermanos, primos, tíos, abuelos...
7 comentarios:
Habria sido mejor si el buho se come a la hormiga
joder,se ve que estas teniendo un buen dia
:-S
No, no, tengo un día fantástico, persona anónima... ;))))))))
¡Me has inspirado la borrachera, Faerie!
Esteeeee... ¿a qué borrachera se refiere usted, Herr Tort? Este cuentecito no es producto del consumo alcohólico sino de la más pura, libre e inocente imaginacióng... de hecho, lo escribí en horas diurnas... claro, que, eso no impide el beber, pero... en este caso, el alcohol no pululaba por las mías venas...
O quizás, ¿se refiere usted a haber pillado una buena borrachera por culpa de este cuento? No sé si eso me inquieta un poquillo...
Noooooo,es que ayer llegué a casa un tanto borrachín. ¡Muy chulo el cuento! Deberías plantearte el escribir más, ya te lo dije una vez.
JAAAAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!!!!!! Eso ya me tranquilliza un poquillo... ufff!!! Muchas gracias por el piropo, de verdad que me pone muy contenta... y es un honor haberte inspirado la borrachera ;))))))))) Intentaré escribir más ficción en el blog... ;))))))))
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